Esta semana conocíamos cómo la brecha de género crece en la Comunidad de Madrid, y es que, si pudiéramos hacer un análisis de los perfiles de trabajadores y trabajadoras en nuestra región, acertaríamos al decir que si bien la precariedad es un rasgo común, ésta se acentúa aún más en las mujeres, al igual que los datos de pobreza y de pobreza extrema.  

En el ámbito estatal, durante 2018, la brecha salarial entre hombres y mujeres llegó hasta el 30% lo que a la larga -si esta diferencia se mantiene en el tiempo- lastra no sólo nuestra vida presente sino también nuestra vida futura, condicionándonos también a percibir pensiones más bajas: cotizamos menos años, nuestra vida laboral se ve más veces interrumpida que la de nuestros compañeros y muchas de nosotras regresamos al ámbito doméstico -o ni siquiera salimos del mismo- con lo que somos las principales receptoras de pensiones no contributivas. Además, la brecha de género se extiende también a la viudedad, cobrando una pensión menor que la de nuestras parejas en caso de fallecimiento y haciendo que la brecha de las pensiones nos sitúe hasta en un 73% de desigualdad frente a los hombres en nuestro país.

FUENTE: https://www.eldiario.es/tribunaabierta/construyendo-violeta-mujeres-relaciones-laborales_6_829127126.html